jueves, 12 de diciembre de 2013

La importancia de creer

Cada día de nuestra vida,
la realidad se enfrenta,
a multitud de mentiras,
a nuestras percepciones,
a nuestros miedos,
a nuestras ilusiones,
a nuestros juicios,
a la cruda y dolorosa realidad,
a la compasiva,
a la soñadora por momentos,
y tal vez tambien a esa voz inocente
que nació con nosotros y que dejamos atrás.

Del mismo modo,
que es necesario estar atento,
cada día para no desaprovechar ese rayo de luz,
como cada noche para soñar,
aunque algunos nos tilden de ingenuos o locos,
apoyar nuestra cabeza,
en el corazón amigo,
ya sea de la persona amada,
o de la siempre confidente almohada,
cerrar los ojos
y liberar nuestra cordura,
de la desgana y el desaliento,
que quedan ancladas en el entendimiento.

Creer,
soñar que puedes creer,
ver que puedes creer,
que estos podran hacerse realidad,
o que nunca llegaran,
pero si dejas de creer en tus sueños,
lo siguiente será dejar de creer en tí,
en las esperanzas,
en que hay un punto quizás lejano,
donde las montañas
se conviertan en valles y praderas,
donde la magia de la mente
pueda tener forma y ver que las cosas son solo cosas.

No se si llegará un 2014 mejor que este 2013,
solo espero que llegue el día que siga siendo capaz de luchar,
que el esfuerzo sea recompensado aunque solo lleguen lágrimas,
y que cuando no pueda, que siga creyendo que puedo luchar,
y que cuando no crea, que vea a traves de las montañas,
a través de las turbulencias y la oscuridad,
y que en mí renazca una nueva estrella con ganas de luchar.

Realidad no se quien ganará, pero no te quepa duda, que por lo menos te va a costar.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LA TORRE DEL SILENCIO

Que dolor de cabeza tengo, un hormigueo recorre mi cuerpo y se aloja en mi estómago. Toda esta gente, aquí, hablando, riendo, de acá para allá, y yo aquí, con estas molestias.

Paseo de un lugar para otro, parece que no conozco a nadie, no encuentro una conversación a la que sumarme, sigo divagando, dando vueltas.

Al fondo encuentro un rostro conocido, se llama Laura, hace tiempo que sigo su obra, es todavía más guapa en persona que en la televisión. Me acerco a ella, le toco en el hombro y ella al girarse muestra indiferencia. Que desilusión, no esperaba esto, aunque la verdad tampoco sé que esperaba, seguro que es tanta la gente que se acerca a ella que somos solo rostros invisibles que le dan dinero.

Mis pasos me llevan a una escalera, los bajo despacio, no tengo prisa por llegar a ningún sitio. Abro una puerta y montón de personas se revolotean por la sala, ruido, cuchicheos, olores, todo me envuelve y me sacude.

Veo a los lejos a Julio, cuantos años en el colegio compartiendo, o más bien mal compartiendo nuestros conocimientos, cuentos momentos se agolpan en mi cabeza. Me acerco a él, pero ya no es como le recuerdo: una alianza reposa en su dedo, la calvicie llama a su puerta en un viaje que ya no tiene marcha atrás, mucho tiempo ya ha pasado de todo aquello. Creo que ya no me reconocerá, ha pasado tanto tiempo…

El dolor de cabeza sigue, este sí que no quiere abandonarme.

Otra puerta ante mí.

Otra escalera que bajar. Otra puerta.

Otra sala llena de gente, nadie parece conocerme, nadie me pregunta nada. No sé qué me pasa que empiezo a sentir miedo. Ya no ando. Corro sin rumbo predestinado. Nadie me espera, pero no puedo parar, puertas y más puertas, las abro, las cierro tras de mí, pero siempre hay otra que se interpone.

Personas y más personas, todas con nombres y apellidos, todos los conozco pero parece que ellas no se dan cuenta de mis gritos. Tropiezo. Caigo. Nadie me ayuda. Sigo huyendo, pero ¿huyendo de qué?

Bajo mil escaleras y todo se repite, el dolor no se va, esta luz que no puedo dejar de mirar.

El tiempo es mi enemigo, solo quiero sentarme y descansar, pero mis piernas me lo impiden. Me pellizco pensando que es una pesadilla, pero no lo es. He llegado a una última puerta, diferente del resto, tiene un color especial, es un color blanco que me ciega.

Tras ella el vacío y un trozo de papel.

Y en el trozo de papel un mensaje.

Y el mensaje un texto que dice así: “Yo estuve aquí”

jueves, 3 de febrero de 2011

Cuento Infantil “Quiero ser una gota de agua”

- Abuelito, ¿quieres que te cuente un deseo que tengo?

- Claro, María. Cuéntame

- ¿Sabes qué me gustaría ser?

- ¿enfermera? ¿veterinaria? ¿nadadora? ¿abogada? Has querido ser tantas cosas, que ya no se a que te vas a dedicar.

- Abuelo, eso era cuando era pequeña, ahora lo que quiero ser es una gota de agua.

- ¿Una gota de agua?

- Si, mira, abuelo, siempre me ha gustado mucho viajar y ayudar a la gente y siendo una gota de agua lo podría hacer.

- No te entiendo, María. ¿Podrías viajar?

- Sí claro, viajaría y viajaría dentro de las nubes y volaría recorriendo el mundo y cuando me cansara de tanto viajar caería sobre el mar y allí jugaría y jugaría, sin parar, con millones y millones de otras gotas, que seguro que entre tantas, seguro que haría muchos amigos. Podría jugar a mojar a otros niños y esconderme, seguro que no me encontrarían. Y cuando me cansara de estar tanto tiempo en el mar, jugando a romper castillos de arena, pues cogería otra nube y subiría muy muy alto y me iría a la montaña y caería, en forma de lluvia, sobre el monte más alto y allí junto a otros amiguitos, surcaría el río, sería como un gran tobogán gigante y jugando entre los peces, que me llevaría otra vez de vuelta al mar. Sería maravilloso abuelo, todo el día de allí para acá, conociendo a gente de todo el mundo y pudiendo ver todo lo bonito que nos rodea, ¿y sabes lo mejor? Que para el agua, no existen las fronteras, ni los países, ni me haría falta ser mayor de edad para ir a donde quiera.

- ¿Y cómo quieres ayudar a la gente?

- Abuelito, ¿te acuerdas de aquella película que vimos donde un hombre se perdía en el desierto, que tenía todo el oro del mundo, pero que no tenía nada al no tener ni una gota de agua que saciara su sed? Pues yo, iría corriendo muy rápido y así le daría una parte de mí, para que lo tuviera todo y así poder hacerle ver, que si no tenemos el agua, el oro no alimentará nuestras plantas ni la vida, ni nos dará de beber cuando nos haga falta y sería el fin y él, como recompensa, compraría casas y juguetes para todos los niños pobres del mundo, para agradecerme poder haberle ayudado.

Llevaría la magia de la lluvia por todos lados y haría a la gente muy feliz, quizás alguien alguna vez se enfadará conmigo por mojarle la ropa tan bonita que se había comprado, pero a cambio les daría una esperanza de que existe un mañana, como ya existió un pasado, pero que si no cuidamos el presente, la tristeza del desierto nos irá ganando y ya no quedará medio ambiente al que cuidar. Por eso abuelito te pido que me ayudes a luchar por un respeto al agua, para que nunca nos pueda faltar, sé que con un poquito de ayuda de todos, con que cuidemos nosotros lo mejor posible cada gota de agua, sin derroches ni excesos, formaremos un mar de ilusión y podremos comprender mejor lo que tenemos. ¿Quieres ayudarme?

- Claro que te ayudaré. ¿pero crees que valdrá para algo?

- Quizás, tú y yo, no seamos suficientes, pero sí que pondremos en marcha la rueda de la cooperación, y seguro que somos muchos los que queremos a nuestro planeta, luego seremos más y más y así sí que nada ni nadie nos podrá parar.

Y tú que me estás leyendo, ¿también nos ayudarás al abuelito y a mí?

martes, 25 de enero de 2011

ARCOIRIS por Juanjo Moya


- ¿Qué te pasa, María?

- Abuelito, hay tormenta y no puedo salir a jugar, estos días me ponen triste. Mis amiguitos se quedan en casa y por la ventana solo veo gotas y gotas que paran mi diversión.

- Para mí, los días de tormenta me recuerdan un cuento que me contaban mis padres y a ellos sus papas y así había sido desde siempre. ¿quieres que te cuente como se formo el primer arcoíris?

María se acerco a su abuelito y se le quedo mirando muy fijamente, con esa mirada inocente que todo niño debería tener.

- Por favor, abuelito. Cuéntamelo.

Esto fue hace mucho mucho tiempo cuando el mundo era muy triste, todo el día llovía y llovía. Ya marcho el sol diciendo que no volvería hasta que la humanidad no lo llamará. Pasaron días y días, llegaron los meses y no tardaron mucho en llegar los años y la lluvia seguía con su canto.

Los hombres y mujeres olvidaron lo que había sido que el sol acariciara su rostro, solo quedaba su recuerdo en algunas personas mayores y algunos libros que hacían mención de lo que fue.

Se intentaron muchas iniciativas para llamarle.

Desde Europa, se decidió crear una pancarta gigante que recorría todos los países europeos y que ponía “SOL VEN”, pero las nubes pronto se hicieron cargo del papel, destruyéndolo, y las nubes ocultaron, al astro rey, su mensaje.

En Asia se pensó en construir una escalera que sobrepasara las nubes, pero era tan tan pesada y el suelo estaba tan blando que nunca se consiguió hacerla lo suficientemente grande.

América propuso mandar un cohete que lo buscará y le hiciera volver, pero llovía y llovía tanto que el cohete nunca pudo encender sus motores y volar.

África, bailo y bailo, cantando y saltando, para hacer ver que no todo en la tierra era tristeza y durante algunos días el cielo se abrió y dejo de llover, pero eran tantas las nubes que venían de otros continentes, que al final consiguieron vencer y tapar ese rayo de esperanza y hacer que África también entristeciera.

Oceanía decidió llamar al resto de sus hermanos y recordarles que todas las iniciativas que habían hecho por separado, solo habían conseguido que el sol se marchara y que los habitantes de la tierra hubieran perdido la sonrisa y la ilusión.

Les propuso intentar hacer algo todos juntos, como hermanos que todos eran de este mundo que les vio nacer, sus diferencias en su forma de vestir, hablar, en sus casas, no los hacía raros, los hacía especial y ahora era el momento de trabajar uno para todos y todos para uno.

Asintieron con la cabeza y desde todos los rincones, marcharon en miles y miles de barcos a la Atlántida. Allí se abrazaron y lloraron, no eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de felicidad, por haber encontrado al hermano perdido.

Juntos formaron la frase “SOL GRACIAS. VOLVEMOS A SER HERMANOS”

Gritos de nubes enfurecidas llenaron el lugar, los relámpagos intentaron asustarlos, pero ellos siguieron juntos y ya nunca más tuvieron miedo.

Al final la tormenta, derrotada, sola, marchó, el cielo se fue aclarando, de los brazos de esas mujeres, hombres, niñas, niños, ancianos y ancianas, salieron unos rayos de colores, que crecieron y crecieron y recordaron a todo el mundo, que al final habían vencido y que el sol volvería.

Dicen que siempre que hay tormenta, sale el arco iris, para recordarnos como entre todos, todo es más fácil.

- Dulces sueños, María.

martes, 9 de marzo de 2010

El País que nos toca vivir: Los Sindicatos

Un joven pensó que para ser sindicalista, habría que ser Quijote: "Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?."; en su cabeza, tal vez ingenua, se arremolinaban ideas de los guías de una clase trabajadora, que necesitaba un empujón para ponerse en marcha y sentirse que no estaban solos, su labor hicieron en silencio o a megáfono partido, el lugar era lo de menos, fueron capaces de parar un país y a una clase política que todavía decía que escuchaba.

El tiempo le quito la razón, los tiempos de los caballeros andantes que luchaban contra gigantes, ya acabaron, dicen de aquellos valientes, que cogieron sus mantas y ahora están bajo la sombra que les cobija, fueron aquellos que olvidaron a los desempleados, fueron aquellos que para no reconocer que se habían cansado dejaron sus ropas de guerra y se pasaron a ropas burguesas, cambiaron las manifestaciones por paseos de desilusión, dejaron de guiar para quejarse de que nadie les seguía, dicen que ahora solo escuchan a grandes empresas y funcionarios y que los pequeños trabajadores, los mal llamados mil euristas (aunque en muchos casos ojala se llegará a ese sueldo y mucho más a poder trabajar), ya no son oídos.

Se que las utopías no existen, o por lo menos eso me quieren hacer creer, pero lo que no podré olvidar es que un día...... se...... que........ existieron........ esos valientes Quijotes, no los dejemos en el olvido